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Análisis de textos en castellano desde el punto de vista de la Gramática Textual

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BARRIDO DE LA MODALIZACIÓN

El etiquetador de modalización es una herramienta que permite encontrar, clasificar y etiquetar modalizadores, que son definidos como marcas textuales por las cuales se ve representado el acto de la modalización en un determinado texto. Estas etiquetas se diferencian a partir de colores, marcas visuales como el subrayado y el ennegrecido de la palabra, y su respectiva categorización en corchetes al lado derecho del modalizador encontrado.

La modalización

La definición de lo que es la modalización tiende de variar según los diferentes autores que la han tratado a través del tiempo. Esto se puede ver demostrado en los distintos nombres que se les son otorgados a las categorías, pero también en el hecho de que los investigadores no siempre coinciden en qué modalizadores pertenecen a cada clasificación. Mientras un autor nombrará una categoría y sus características, otro podrá ni siquiera mencionarla, y mientras uno separa ciertas clasificaciones y definiciones, otro podrá justificar su unificación. Otaola (1998) destaca esto mismo, cuando menciona que la modalización “adquiere diversas interpretaciones según provenga este concepto de la lógica, de la semántica, de la psicología, de la sintaxis, de la pragmática o de la teoría de la enunciación” (p. 98). Es decir, la modalización es un concepto complejo al cual no se le puede otorgar una sola definición.

Otaola, entonces, después de realizar un recorrido histórico de las diversas definiciones que se le ha dado al concepto, describe a la modalización como la actitud del hablante con respecto a su enunciación. Es decir, es un juicio que realiza el emisor a propósito de su percepción, dejando esta opinión materializada en el enunciado. A partir de lo anterior se definen dos categorías principales: las modalidades de la enunciación y las modalidades del enunciado, donde las primeras refieren a cómo el hablante adopta una actitud frente a su oyente, demostrando así una relación interpersonal, y las segundas explicitan la actitud del hablante frente a su enunciado, el qué y cómo expresa este mismo. Las modalidades de la enunciación están relacionadas con la entonación y se dividen en tres: la declaración, la pregunta y el mandato. Las modalidades del enunciado, en tanto, se dividen en dos: las lógicas y apreciativas, donde la primera refiere al grado de veracidad o posibilidad que expresa el hablante y la segunda a un jucio valórico de lo enunciado. Por útimo, la autora también hace mención a los medios de expresión de la modalidad, en donde explica que la modalidad, al tener diversas perspectivas, tendrá también distintas formas gramaticales de expresión, por lo que se verá realizada a través de verbos, sustantivos, adjetivos, etc.

La perspectiva de Lozano, Peña-Marín y Abril (1989) sigue esta misma línea, ya que también explica lo difícil que es tratar una definición unívoca del concepto de modalidad, a partir del hecho de que esta ha sido caracterizada de diferentes maneras según las diciplinas anteriormente mencionadas. Por su parte, estos autores deciden definir la modalización como una competencia del hablante, el cual, según los estudios de la semiótica, tiene la capacidad de escoger variados elementos lingüísticos para expresar la relación que tiene con su enunciado, con su hacer, con sus interlocutores y con el objeto al que hace referencia; además, buscará también expresar sus estados o actitudes con respecto a lo que se está enunciando en el momento (por ejemplo, sus conocimientos, dudas, intenciones, etc.). Lo anterior entonces, se relaciona con los conceptos de dictum y modus, donde el dictum sería la “proposición primitiva de la relación sujeto-predicado” (p. 59), y el modus la forma en que esta proposición es comentada. Los autores proponen así una oposición de las proposiciones, teniendo así una de carácter descriptivo y otra de carácter modal, en la que se encontrarían los modalizadores. Estos últimos son clasificados en tres categorías:

  1. la alética, donde el hablante, de manera crítica, habla de la posibilidad y la necesidad de lo enunciado
  2. la epistémica, con lo que cree cierto y/o plausible
  3. la deóntica con lo que considera obligatorio y/o permitido

A pesar de que hacen mención al hablante explicitando su deseo (lo que querría y/o sus intenciones), no presentan una categoría explícita para ello. Siguiendo a Kalinowsky (1976), los autores también dejan en claro que, en realidad, el número de modalizadores es indeterminado, ya que no están inventariados ni clasificados en su totalidad.

En tanto, Kerbrat-Orecchioni (1997), postula que “toda unidad léxica es, en un cierto sentido, subjetiva” (p. 91), dado que todas las palabras que utilizamos en la lengua tienen una base que variará según la cultura y contexto y que, además, ningún ser humano está libre de escribir más allá de la propia percepción (nada es, en verdad, “objetivo”). Describe la modalización como los usos individuales de un código lingüístico común. El hablante en específico emplea la modalización a partir de la selección de unidades específicas de la lengua, las cuales reflejarán su opinión sobre un objeto referencial real o imaginario. Esto hace que se divida al discurso entre uno “objetivo”, lo más cercano a la eliminación de la huella personal, y uno “subjetivo”, el cual se podrá presentar explícita o implícitamente. La autora no pretende clasificar los modalizadores, y prefiere explicarlos como toda información subjetiva que otorgará el hablante, la cual variará en los grados de obejtividad/subjetividad y las formas gramaticales utilizadas.

Por último, Calsamiglia y Tusón (1998), a partir de la definición que otorga Bally (1932), definen la modalización como el concepto que refiere a la relación entre el emisor y su enunciado, en el cual el contenido es intervenido por la perspectiva propia del hablante. En otras palabras, describe el cómo se dicen las cosas. Las autoras indican que, en un sentido amplio de la palabra, la modalidad se puede entender como expresividad, por lo que existen diversos tipos de modalidades que se pueden utilizar para expresar lo requerido: las modalidadess de la frase, correspondientes a la perspectiva implícita del sujeto; las modalidades de grado, que expresan certidumbre, probabilidad o posibilidad del contenido, por lo que son una perspectiva explícita del sujeto; las modalidades apreciativas, las cuales son representadas por adjetivos en el discurso escrito y en las entonaciones en el discurso oral y las modalidades expresivas, mayormente utilizadas en el discurso oral a partir de la jerarquerización de la información y los elementos no verbales y paraverbales. También mencionan la existencia de la modalidad lógica, donde se encontrarían los puntos de vista del sujeto entregados de manera textual. Dentro de su clasificación seguirían categorías similares a la presentadas por Lozano et al. (1989), pero además de las modalidades alética, epistémica y deóntica, añaden también las modalidades de usualidad, en relación a la ocurrencia; de cantidad, sobre la cuantía que tiene o existe en lo enunciado; de espacialidad, sobre el lugar en el que se encuentra el objeto referido y de volición, que es la modalidad referida al deseo, la inclinación o el rechazo.

A partir de todo lo anteriormente mencionado, se ha decidido definir el concepto de modalización como las manera en que el hablante hace referencia a su propio pensamiento o expresa su opinión con respecto a lo enunciado. Teniendo en cuenta que ninguna expresión existente es completamente objetiva, ya que no existiría la modalización cero, se entiende a los modalizadores como los elementos lingüísticos que usa el emisor para demostrar su subjetividad personal; por lo tanto, la utilización de estos estará directamente ligada a sus conocimientos, creencias, deseos, demandas, y puntos de vista. Estos elementos abordan diversas formas gramaticales, pero se ha decidido enfatizar en aquellas cuyo uso textual es más prototípico: las formas verbales y adjetivas. Por último, es necesario señalar que la clasificación que se mostrará a continuación no fue extraída con exactitud a partir de un autor, sino que es construida a partir de diversas categorizaciones señaladas por distintos investigadores, y que es todavía (23 de octubre de 2020) trabajo en curso.

Clasificación

Las etiquetas utilizadas para la clasificación de modalizadores se escogieron a partir de los nombres que se les han otorgado dentro de los estudios disciplinares de la lengua castellana. Estas clasificaciones son seis:

  1. modalidad epistémica: para señalar las instancias en que se posiciona el autor frente a lo que sabe o cree saber
  2. axiológica: cuando se ven expresadas valoraciones
  3. alética: cuando se expresa posibilidad o probabilidad del suceso
  4. deóntica: cuando se señala que algo es obligatorio o permitido
  5. veredictoria: cuando se indica su grado de veracidad
  6. volitiva: cuando se ven expresados deseos o intenciones.

La taxomía busca ser lo más exhaustiva posible, por lo que señala tanto formas negativas como positivas, con o sin presencia de pronombres y preposiciones, además de las transformaciones adverbiales que tienden a tener algunas expresiones.

Bibliografía
Calsamiglia, H. y Tusón, A. (1999). Las cosas del decir. Barcelona: Editorial Ariel.
Kalinowski, G. (1976). Un aperçu élémentaire des modalités déontiques. Langages, 10ᵉ année, n°43. Modalités : logique, linguistique, sémiotique. pp. 10-18.
Kerbrat-Orecchioni, C. (1997). La enunciación de la subjetividad en el lenguaje. Buenos Aires: Edicial.
Lozano, J., Peña-Marín, C. y Abril, G. (1989). Análisis del discurso: Hacia una semiótica de la interacción textual. Madrid: Cátedra.
Otaola, C. (1988). La modalidad (con especial referencia a la lengua española). Revista de Filología Española, 68 (1/2), 97-117.

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TEXT·A·GRAM es un producto del Grupo Tecling.com

Concepto y desarrollo: Rogelio Nazar

Colaboraron con el desarrollo: Javier Obreque, Diego Sánchez, Hernán Robledo, Paolo Caballería, Nicolás Acosta, Scarlette Gatica y Andrea Alcaíno.

Documentación: Andrea Alcaíno.